La Gallinita Ciega: 3 Propuestas Que Harán Caer La Venda De Tus Ojos


«Gallinita ciega, ¿qué se te ha perdido? Una aguja y un dedal. Quítate la venda y los encontrarás.» ─ Juego Infantil.

Aprender a ver

La pequeña Inés no podía salir de su asombro. Miraba a su alrededor con la boca abierta y los ojos como platos, queriendo apropiarse de un único vistazo de todo lo que no había sido capaz de contemplar hasta ese momento.

A sus cinco años de edad, los médicos la habían etiquetado con todo tipo de diagnósticos. Hasta que una de sus profesoras, siguiendo una intuición, aconsejó a sus padres que llevasen a la niña a que le revisaran la vista.

Así que unos días después, receta en mano, llegaron a la óptica en la que yo trabajaba. Y pude ver con mis propios ojos cómo la pequeña se echaba a llorar, asustada, cuando vio por primera vez con absoluta claridad el mundo que le rodeaba.

Las dificultades que tenía Inés para aprender al ritmo de los otros niños no se debían a un retraso madurativo ni cognitivo, tal y como afirmaron algunos doctores; tan sólo necesitaba unas gafas.

Esta anécdota de la que fui testigo me llevó a reflexionar sobre qué tipo de ceguera era más difícil de solucionar, si la de los ojos de Inés o la de la mente de los adultos que no fueron capaces de ver más allá de sus propios diagnósticos, juicios e interpretaciones.

También pensé en la reacción de la niña cuando contempló el mundo a través de sus lentes. Su nueva visión chocaba tanto con la imagen desenfocada a la que estaba acostumbrada que, en un primer momento, aterrada ante tanta nitidez, intentó quitarse las gafas. Para su cerebro, lo normal era vivir en la borrosidad; y ver con claridad representaba una amenaza.

¿No nos pasará algo parecido a nosotros...nos habremos habituado tanto a ver las cosas de una determinada manera que somos incapaces de concebir una realidad distinta más allá de nuestros cinco sentidos? ¿Y que cuando tenemos el más leve indicio de esa realidad, la rechazamos por no encajar con nuestro conjunto de ideas preconcebidas?

Porque aunque estemos convencidos de que las cosas son tal y como las observamos, las diferentes tradiciones espirituales han venido afirmando desde la antigüedad que los seres humanos vivimos con una venda en los ojos y un velo sobre nuestras conciencias.

¿Qué quieren decir con esto las grandes corrientes de sabiduría?


La Gallinita Ciega

En el primer post del blog, El Juego De La Vida. Aprende A Ganar La Partida, compartía contigo la idea de que la vida es un juego cuya finalidad es que descubramos cuáles son sus reglas para interiorizarlas y vivirlas.

Un juego en el que no existen pelotas ni objetos visibles; ni marcas en el suelo ni manual escrito que consultar en caso de duda sobre cómo proceder.

Con lo único que contamos para ganar la partida es con la guía de nuestra intuición y con el ejemplo de otras almas que anduvieron antes que nosotros por esta experiencia.

El caso es que, además, a todo lo anterior hay que sumarle que el juego se lleva a cabo a ciegas.

Al igual que en el juego infantil de la gallinita ciega, nuestras almas comienzan la tarea de vivir con una venda en los ojos y totalmente desorientadas; tratando de encontrar a tientas algo llamado felicidad que parece que se nos escapa de las manos siempre que creemos haberla atrapado.

La dificultad se encuentra en que la venda de la que te estoy hablando está fabricada con una tecnología tan refinada que ni siquiera nos damos cuenta de que la llevamos puesta.

¿Sabes a qué me refiero...?

...a nuestros cinco sentidos.

Nuestros sentidos nos engañan

De acuerdo a nuestras percepciones, interpretamos que el mundo que nos rodea es tal y como lo vemos.

Pero, en realidad, los sentidos físicos no son más que un artilugio ideado para crear en nuestras mentes la ilusión de estar inmersos dentro de un entorno material y hacernos creer que es tal y como lo percibimos (como las modernas gafas de realidad virtual, con las que experimentamos la sensación de estar dentro de un espacio que no existe realmente).


Lo cierto es que, muy lejos de vivir y movernos dentro de un mundo de objetos separados y con contornos bien definidos, las últimas investigaciones de la física cuántica afirman que, más allá de nuestras percepciones, todo cuanto existe se encuentra entrelazado en un campo infinito de energía pulsante que abarca todos los rangos vibratorios posibles, desde los más sutiles hasta los más densos.

Cada uno de nuestros órganos sensoriales actúa como una especie de membrana que capta una minúscula porción de esa energía (según algunas tradiciones, únicamente el 1%) y la transforma en impulsos eléctricos que son enviados hasta nuestros cerebros para ser procesados y traducidos en las distintas imágenes, sonidos, olores, sabores y sensaciones que experimentamos.

Los ordenadores funcionan de una forma muy similar a este proceso que te acabo de describir.

Lo que terminamos viendo en nuestras pantallas no es más que el resultado de la traducción, por parte de un software, de miles de impulsos eléctricos que suceden fuera de nuestra consciencia.

(Una película que retrata muy bien este tema es Matrix, en la que los protagonistas entran y salen de una realidad virtual hasta que Neo, el héroe de la historia, consigue romper el estado de ensueño y contemplar el mundo en estado puro, más allá del software que convierte todos esos ceros y unos en una apariencia de realidad.)

Por lo tanto, citando a la escritora y fundadora del Instituto Para el Desarrollo de la Persona en Canadá, Annie Marquier, en su libro El Poder de Elegir:


«Como seres humanos funcionando por intermedio de una personalidad, no podemos tener acceso directo a la realidad. Para percibir el mundo que nos rodea, necesitamos de un instrumento, y este instrumento es nuestro sistema mental en sus partes inferiores o superiores. La proporción activa de cada una de esas partes depende de nuestro grado de evolución. Diremos que percibimos la realidad a través de nuestro filtro mental. El contenido y el grado de apertura de ese filtro hacen que nuestra percepción sea más o menos limitada y posiblemente deformada por éste.»


Así que ya tenemos al descubierto la venda sobre nuestros ojos y el velo sobre nuestras conciencias a los que se refieren las filosofías antiguas y a los que hice mención en uno de los párrafos anteriores.

La venda está compuesta por nuestros cinco sentidos, y la cortina por el sistema de creencias y memorias que utilizamos para interpretar lo que nos llega a través de estos.












Y bueno, ya no te haré esperar más...

...pasemos ahora a enumerar las tres propuestas que te prometí en el título de este post y que te ayudarán a deshacerte de todos esos vendajes de una vez por todas.


#1. Medita

Cuando meditamos, se cierran las puertas al mundo exterior y a los sentidos para sumergirnos dentro de nuestra conciencia y observar lo que ocurre ahí dentro.

Existen diferentes formas de meditar:

  • Centrar la atención en la respiración sin agarrarnos a ningún pensamiento.
  • Meditaciones guiadas en las que se visualizan distintas imágenes y paisajes imaginarios.
  • Enfocar la atención sobre un objeto simple.
  • Repetir un mantra.
  • Hacer un recorrido por las distintas partes del cuerpo.
  • Meditación dinámica mientras caminas.
Experimenta con alguna de estas alternativas que te propongo, o con otras que encuentres tú, hasta que des con la que sientas mayor afinidad.

Recuerda que aprender a meditar es como aprender a caminar.

Al comienzo te costará más mantener la atención enfocada. Aunque, como toda habilidad, requiere práctica y constancia para alcanzar los resultados deseados.

Meditar es abrirle espacio en tu vida a tu naturaleza espiritual, a tu verdadero Ser, para que se exprese en tus asuntos.

De la misma manera que haces hueco en tu agenda para pasar tiempo con amigos y amigas, saca tiempo para quedar contigo a solas.

#2. Usa afirmaciones

Las afirmaciones son frases construidas en positivo y en tiempo presente que expresan un nuevo patrón de pensamiento con el que queremos sustituir nuestro antiguo sistema de creencias (el filtro mental que mencionaba en los párrafos anteriores).

La idea es que todo lo negativo que sucede en nuestra experiencia es el producto de ciertas pautas mentales que se han instalado en nuestras conciencias. A fuerza de repetirlas, se han convertido en virus que sabotean nuestras vidas.

Repitiendo con constancia y fe nuevas afirmaciones que borren las viejas programaciones, conseguirás que los velos caigan y que nuevas circunstancias más provechosas lleguen hasta ti.

Algunos ejemplos de afirmaciones pueden ser:

  • Cada día soy mejor en todos los aspectos.
  • Encuentro nuevas formas de hacer las cosas y soy capaz de alcanzar mis sueños.
  • Me amo y me apruebo tal y como soy.
  • Me doy permiso a vivir una vida plena y a experimentar todas las oportunidades que se me presentan.
  • Tengo derecho a elegir.

Si te das cuenta, a veces vivimos encajonados sin atrevernos a nada; todo ello debido a las ideas que nos han transmitido la cultura, la educación o las personas que nos cuidaban.

Puedes cambiar esos patrones siempre que quieras, no existe ninguna norma que lo impida.

Los libros de Louise L. Hay son una enorme fuente de inspiración para empezar a profundizar en este tema. Te los recomiendo.

#3. Lee libros sobre el desarrollo de la conciencia

Leer un libro es como conocer a una nueva persona. En ellos sus autores comparten sus experiencias y su perspectiva sobre el mundo para que enriquezcas tu vida con su ejemplo.

Además con la ventaja de que puedes releer tantas veces como desees las partes que más te hayan inspirado.

Te contaré un secreto...cuando leo un libro, me imagino que estoy manteniendo una conversación con la persona que lo ha escrito y convierto al autor o autora en mis amigos. Incluso les planteo preguntas en mi mente e imagino lo que me contestarían de acuerdo a lo que he leído sobre ellos.
Tu mente subconsciente elaborará las respuestas o te conducirá hacia ellas. Confía.

Si quieres conocer y rodearte de gente interesante, lee sus libros...y, más importante aun, investiga los libros que ellos han leído.

Algunos libros recomendados:

  • Usted puede sanar su vida, de Louise L. Hay.
  • Tus zonas erróneas, de Wayne W. Dyer.
  • Como un hombre piensa, así es su vida, de James Allen.
  • El juego de la vida, de Florence Scovel Shinn.
  • El equivalente mental, de Emmet Fox.
  • Un Curso de Milagros, de Foundation For Inner Peace.
  • El Alquimista, de Paulo Coelho.
  • Volver al amor, de Marianne Williamson.
Al final de mi libro, Espiritual. Trae a tu vida tu Cielo interior, encontrarás muchas otras sugerencias de lectura que inspiraron mi camino.

Y para finalizar...algo que no te esperabas.

#4. Un bonus extra...

Te recomiendo que veas el siguiente vídeo hasta el final; no en vano ha recibido más de 16 millones de visualizaciones. En él, la Dra. Jill Bolte Taylor nos cuenta una experiencia que hizo caer la venda de sus ojos y que transformó su vida de pies a cabeza. Espero que lo disfrutes tanto como yo...


¿Qué te ha parecido? ¿Sigues viendo tu vida de la misma manera o, por el contrario, ya piensas que nada es lo que parece?

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7 comentarios

  1. Me gusta el enfoque del artículo, todo está en nuestra mente y en la fuerza de nuestra alma.

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  2. Me encanta la Gallinita ciega!Esperamos el mes de noviembre...

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  3. Tus enseñanzas, como siempre, claras como el agua! Vero.

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  4. Gracias muy buena, pensamientos positivos...!!

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  5. Bueno, voy a dejar de jugar a la gallinita ciega, para mejor empezar a jugar el juego de mi vida, pero esta ves con mis propias fichas y yo voy a decidir la ubicacion de las mismas. No permitiré dejar esto en manos del azar, que en realidad no existe. Porque hoy lo veo, hoy me saco la venda de los ojos, para terminar con el juego de la gallinita ciega, que me impuso este sistema, esta sociedad ciega.

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  6. No vemos las cosas como son, sino como somos.. las seguiremos viendo igual hasta quitarnos la venda, hasta cambiar de perspectiva. Como decia el principito " no se puede ver más que con el corazón; lo escencial es invisible para los ojos". Un saludo Juan, gracias por compartir.

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    1. Efectivamente, Jency. Así lo creo. Lo esencial está más allá de la superficie. Somos seres ilimitados.

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